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Rita Llofriu, una vida entre costuras

La presencia de Rita Llofriu nos recuerda lo especial que ha sido su generación para las mujeres de épocas más recientes. Tiene 97 años pero su piel simula el terciopelo; y sus ojos brillan mientras recuerda algunos de los episodios que han marcado su vida.

Todavía coqueta, y fiel a su cita semanal con la peluquería, Rita lleva cerca de un año viviendo en la residencia Fontsana Son Armadams. Allí se encuentra también su hermana, y su consuegro, por lo que todo queda en familia.

Madre de 4 hijos y abuela de 9 nietos, estuvo casada con un militar, que no siempre entendió su amor por la costura.

Y es que Rita fue una adelantada a su tiempo, y regentó durante muchos años el conocido salón de costura “Jardín de modas”, ubicado junto a la Plaza de Cort, encima de la conocida tienda Palacio del Calzado. Allí se codeó con lo más granado de la sociedad mallorquina, y con muchas de las ricas extranjeras que visitaban la isla.

Con ellas recuerda unas divertidas conversaciones en inglés en las que siempre decía “yes, yes”, haciéndose entender cómo podía. Hasta que un  día decidió aprender algo más y le pidió a una clienta que era profesora de inglés que le diese unas clases. Lo suficiente para saber cómo se decían algunas de las palabras que siempre repetía al hacer un encargo: cuello, solapas, cintura, mangas y otras más. Desde entonces, sus clientas extranjeras aumentaron considerablemente.

Rita se inspiraba, como era normal en la época, en las revistas de moda. Muchos de sus diseños, con la etiqueta “Jardín de modas”, eran considerados de alta costura. Gracias también a la utilización de telas de gran calidad que Rita encargaba a Barcelona.

Hoy, cuando lleva años jubilada, su cara todavía se ilumina al hablar de retales. Y es que Rita nació literalmente en un taller de costura. Aunque sus padres vivían en Palma, su madre quiso tenerla en la casa familiar que sus abuelos tenían en Campos, dónde sus tías ejercían de modistas.

Y allí pasó muchos años aprendiendo costura y patronaje. Años después, y viendo su enorme potencial, sus tías pidieron a su madre que la enviara a Palma a perfeccionarse con una de las modistas más conocidas de la capital balear: Vanrell. Con ella estuvo 4 años, en los que aprendió a hacer alta costura y todos los secretos del negocio.

Coincidiendo con la celebración de Carnaval, Rita recuerda los muchos disfraces que hizo a lo largo de su vida, pero en esta ocasión a título personal para sus hijos y nietos. Desde trajes de princesa y vestidos de payés y payesa con todo tipo de detalles, hasta un disfraz de bruja de alcurnia para asistir a una exclusiva fiesta privada, entre otros.

Aunque retirada del oficio, y sin la máquina de coser que siempre la acompañaba, Rita no descarta participar en algún taller que la residencia organice para enseñar a los jóvenes a realizar sencillas actividades de costura. Y es que el amor por los retales siempre estará presente en su vida.