Francisco Vidal, un amor por el mar plasmado en el arte
Francisco Vidal ha pasado casi toda su vida junto al mar. Viviendo en S’Arenal y trabajando durante muchos años como encargado responsable de los balnearios de la Playa de Palma.
Paseando por la playa siempre le llamaron la atención las conchas, y su gran diversidad. Desde preciosas caracolas planas de Santa Lucía, y las famosas porcelletes, hasta coquetos mini mejillones y unos caracolillos verdes que se encontraban en Es Molinar, entre muchas otras variedades.
Cuando se jubiló a los 60 años esa atracción se convirtió en una afición que le ha acompañado hasta ahora que, con 96 años, lleva cerca de uno viviendo en la residencia Fontsana Son Armadams.
Un hobby que más bien es un arte, y que consiste en convertir esa materia prima natural en un auténtico arte.
Durante más de 30 años Francisco recorrió las playas de toda Mallorca, cosechando conchas con las que luego confeccionaba preciosos ramos y plantas de flores simuladas, que presentaba bajo una sofisticada campana de cristal y sobre una base de madera noble elaborada por un tornero de Llucmajor.
Es Caragol, Es Carbó, la Colonia de Sant Pere y muchas otras fueron las playas a las que Francisco fue asiduo durante años. La extracción de las conchas era ardua y laboriosa, y se necesitaban muchas horas para seleccionarlas. Tanto es así que la recopilación de material podía alargarse meses, tantos como la posterior confección de las campanas.
Durante todos estos años Francisco ha producido más de 20 ejemplares, que se encuentran distribuidos entre su casa, la casa de su hija Lina, y la habitación que ahora ocupa en la residencia Fontsana Son Armadams.
De hecho, una de las que decora su estancia la ha hecho durante los meses que lleva viviendo allí. A pesar de la edad, Francisco sigue dominando la técnica y sus manos le acompañan para escoger las conchas, pegarlas con cola de carpintero a un cartón formando el capullo de una flor, y adhiriendo al conjunto un alambre que posteriormente introduce en la espuma floral que ejerce de pilar.
Aunque Francisco se ha integrado en la rutina de actividades de la residencia, y participa en los talleres de memoria, en la gimnasia grupal y en algunos de los juegos de mesa y competiciones que tienen lugar por la tarde, siempre encuentra un rato para continuar con una afición que le ha permitido rozar el siglo con ilusión, demostrando que la actividad mejora enormemente la calidad de vida de las personas mayores.